El atraso de Colombia en materia de infraestructura no se
limita al tema tradicional de transporte de carga y pasajeros, sino que se
extiende a la carencia de infraestructura de gasoductos-poliductos y de vías
férreas para poder aprovechar el auge minero-energético. Dicha carencia tiene
un doble efecto perverso a nivel socio-económico: de una parte, se entorpece el
desarrollo de otros sectores diferentes al minero-energético, que pudieran
amortiguar la excesiva concentración exportadora que actualmente se tiene en
commodities(75%); y, de otra parte, esa ausencia de gasoductos-poliductos
impide aprovechar adecuadamente ese auge minero-energético. De hecho, parecería
que dicho auge podría estar presentando una finalización anticipada en los
próximos años, en vez de en 2018-2020, como nos habíamos imaginado
inicialmente.